martes, 1 de abril de 2014

La Sur de Peña Santa

Cuántas veces había mirado esa foto, recorriendo la vía en mi cabeza. Imaginando la belleza de su trazado y los misterios de su recorrido. Finalmente logré mi objetivo, pero hay que tener cuidado con lo que se desea.


Había logrado convencer a Diego para que nos llevara a su hermano Chuchi y a mí a hacerla. Cuando nos reunimos en Aguilar de Campoo resultó que seríamos 4, pues nos acompañaría su amigo Juan, que tampoco tenía mucha experiencia. Así pues, en un instante, todo había cambiado para mí en mi apreciación de lo que iba a ser la actividad.

Después de tanto tiempo deseando hacer ésta ascensión, me había acomodado a la idea de ir de segundo, excepto algún largo ocasional. Tampoco tenía yo ni media docena de rutas de pared, con lo que la presión en mi cabeza se disparó. Durante todo el viaje tuve la sensación de haberme comido un jalapeño, asimilando que si quería hacer la vía, tendría que ir en cabeza toda la ruta.


Ya por fin llegó el momento de afrontar los hechos. El viernes habíamos dormido en el Collado del Frade, con lo que tuvimos que andar más de lo necesario, y terminamos entrando muy tarde en la vía.

Era a primeros de Noviembre del 92, y los días eran ya muy cortos. La "Sur Directa" (600m, V), nada menos, una de las clásicas de Picos. Finalmente me animé porque por aquella época aún estaban las reuniones instaladas, lo que reducía considerablemente el compromiso, y por supuesto, el horario.



Entramos a las 3 de la tarde, pero eso sí, escalamos realmente rápido para lo que yo estaba acostumbrado.














En dos horas alcanzamos la gran terraza. En aquellas fechas aún no había nada de nieve en el nevero colgado, así que iríamos más ligeros sin reponer el agua.

Después viene un tramo "diferente", y poco a poco ganas mucha altura dejando bajo tus pies la Aguja José del Prado, y abriéndose unas vistas espectaculares.



  En la rampa de canalizos, volamos sobre un mar de nubes retrasando la puesta del sol hasta el último largo, el más bonito de la vía. Cuando llegó mi turno ya no había luz, así que no me quedó mas remedio que hacerlo de segundo porque no llevaba frontal, y además Juan no quiso subir esa última tirada.




Cansados pero contentos, pues habíamos hecho la ruta en 6 horas, y a las 9 de la noche ya estábamos rapelando.


Eso sí, despacito. Hasta las 2 de la madrugada que no llegamos al saco...

Por fin, mi primera gran pared!!!

Aquello fue como un primer amor, un flechazo en toda regla.


Al día siguiente, cuando nos fuimos, no dejaba de mirar hacia atrás como agradeciendo a ésta bella montaña el precioso recuerdo que me llevaba.



Salud y tapia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario